(Intervención de Alberto Menéndez en la presentación del libro «Crónicas del adiós» en el Club La Nueva España de Oviedo).
En todos los artículos que recoge este libro hay, en todos prácticamente, un fuerte componente del Indalecio Prieto periodista, un buen periodista, a la vez que gran escritor; pero para empezar mi intervención me gustaría detenerme especialmente en uno de los textos seleccionados por Luis Sala que creo que va más allá del periodista y del escritor, uno en el que a la vez que da a conocer un hecho, una muerte, Prieto muestra, como en ningún otro de sus escritos, su sensibilidad, su dolor; es, sin duda, al menos para mí, el artículo en el que el Indalecio Prieto persona más se impone a los otros Indalecio Prieto; el dedicado a la muerte de su mujer, Dolores Cerezo.
Desde el título, “Funeral de payasos”, el articulista, como buen periodista, lleva al lector hacia donde quiere, hacia lo que busca resaltar, que es el fallecimiento de su joven esposa y lo que supuso para él. Pero no escribe la necrológica de forma inmediata, no, lo hace tres años después de la muerte de Dolores Cerezo. Todo parte de una voz que oye en la calle, que lo retrotrae al momento de la muerte de su compañera tiempo atrás, la voz de un payaso que actuaba en un teatro frente a su casa bilbaína justo el día en el que produjo el óbito y que él oía desde la habitación en la que se encontraba junto a Dolores. “Era la voz de Alex, el tonto gracioso”, escribe Prieto, “que arrancaba a la multitud aquellas carcajadas espantosas que a mí me partían las sienes en las horas más terribles de mi vida”.
Tiene mucha razón Luis Sala cuando señala en el prólogo del libro que “Prieto es un escritor muy ameno”. Lo es, claro que lo es. A la mayoría de los ciudadanos interesados en la Historia y sobre todo en los convulsos años de principios y mediados del siglo XX seguro que no es necesario explicarles quién era el político Indalecio Prieto (además nacido en Oviedo), y tampoco incidir en que era un excelente orador (esto es algo reconocido incluso por quienes no comulgaban con sus ideas) pero probablemente haya más desconocimiento sobre el Prieto periodista. Por eso creo que tienen tanto interés, al menos para mí así es, estas “Crónicas del adiós”, un libro que son más que los 50 retratos del siglo XX, que es como se subtitula. Son más que retratos, son, sobre todo, una visión personal de Prieto de varias décadas de la historia de España, una visión sobre todo informativa de alguien muy lúcido a la hora de escribir y sacar conclusiones sobre lo vivido, y que lo hace desde el lado periodístico de su persona, aunque por supuesto que en ningún caso puede olvidarse su perfil político, que es por el que Indalecio Prieto ha pasado a la historia, por supuesto que con sus luces y sus sombras. Y aquí es a donde está otra de las virtudes de este libro: que sirve para ir más allá de los clichés habituales y para clarificar algunos hechos en los que se vio inmerso el político nacido en Asturias y que describe en muchos de sus artículos periodísticos alejándose, más menos, de lo establecido, es decir, de lo que se podría esperar del gobernante y alto dirigente del PSOE (aunque no siempre). Con visión periodística. Eso sí, dejando claro, por supuesto, que el socialismo y el republicanismo son la razón de ser de su vida, pero sin que ello le impida ver, también, los errores cometidos por aquellos que aparecen en el libro, incluso por él mismo.
No es un género periodístico fácil el de los obituarios, que son los que, aparentemente, centran este libro, aunque hay más géneros. Pero a Indalecio Prieto le vienen muy bien las necrológicas para contar no solo la vida concreta de los fallecidos, sino muchas historias que les rodearon a lo largo de su existencia y que él normalmente experimentó en primera persona. En este punto resaltar su extraordinaria memoria, como señala Luis Sala.
Quizás lo que más me haya llamado la atención del libro son los artículos de los primeros meses de 1936 (hay necrológicas, pero también interesantes crónicas políticas del momento) publicados en El Liberal. Indalecio Prieto fue advirtiendo y anunciando el próximo golpe de Estado del 18 de julio. Y así, el mismo día 17 de julio escribía: “los ciudadanos de un país civilizado –perdóneseme la redundancia, porque en un país sin civilizar no existe ciudadanía- tienen derecho a la tranquilidad, y el Estado tiene el deber de asegurarla. Hace ya algún tiempo – ¿a qué vamos a engañarnos? – que los ciudadanos españoles se ven desposeídos de ese derecho porque el Estado no puede cumplir el deber de garantizárselo”.
En ningún momento Prieto deja de ser periodista. Probablemente lo fuera incluso en los peores momentos de la Guerra Civil, aunque en este volumen no hay textos de esa época. Hay ocasiones en “Crónicas del adiós” en las que habla directamente del periodismo como profesión. Dos ejemplos. En el artículo sobre Manuel Aranaz Castellanos, su amigo, que se mató de un tiro en la cabeza en febrero de 1925, escribe textualmente Prieto que “al acaecer desgracias de esta índole, es añeja costumbre periodística disfrazarlas, en razón a ciertas consideraciones sociales. Nosotros no hemos querido hacerlo (…) y que de quererlo no hubiésemos podido. Sí, con un dolor sin límites decimos aquí que Aranaz se suicidó”. Una costumbre a la que se refiere Prieto (la de tapar informativamente los suicidios) que, en líneas generales, sigue aún vigente hoy.
El segundo ejemplo está referido a Progreso Vergara, un periodista y socialista bilbaíno exiliado también en México y que murió de una desgraciada caída en abril de 1951 cuando acompañaba en una gira al presidente de aquel país. Explica Indalecio Prieto en la necrológica de Vergara que “en el periodismo moderno (se supone que se refiere al de los años 50) deben descollar dos condiciones: rapidez y fidelidad. Vegara las reunía (…) Además, se adoptó pronto a ese modo de hacer, un poco yanqui, y para nosotros los periodistas españoles algo raro, de dar en los primeros párrafos de las informaciones las síntesis de éstas, colocando en el comienzo lo que debería ser el final, y adornándolo a veces con algún detalle pintoresco”. No obstante, deja claro que su estilo periodístico es otro. “Solía yo burlarme de ese apego, que él defendía con vehemencia”. Lógicamente, Indalecio Prieto siempre había ejercido otro periodismo, y no iba a sumarse a nuevas tendencias, en otro país y, además, provenientes de Estados Unidos.
En el libro aparecen, sobre todo, políticos: socialistas fundamentalmente, pero también republicanos y nacionalistas; incluso un dictador, Miguel Primo de Rivera. Pero a continuación destaca el gran número de periodistas y escritores en los que pone su atención Prieto. Entre los primeros la inmensa mayoría habían coincidido con él, sobre todo en “El Liberal”, periódico en el que comenzó a destacar y que acabó comprando en 1932.
Los artículos dedicados a Pablo Iglesias son periodísticos, por supuesto, pero tienen un gran trasfondo político, quizás, sobre todo, por lo que auguran para el futuro del PSOE. “Hará falta”, dice en diciembre de 1925, en “Tras el cadáver del maestro”, “barajar conjuntamente la rigidez de los principios ideales y la flexibilidad de un partido que puede ser, por las circunstancias, eje de la vida nacional”. Se adelantó, y mucho a su tiempo. Y diez años después, en una semblanza de Iglesias añadía de él que “era un genio político capaz de hermanar el rigor de la doctrina con una honesta flexibilidad táctica, ensamblaje que es el quid de toda acción política verdaderamente fecunda”.
Por supuesto que en el libro hay mucha política, ¡faltaría más que no fuese así tratándose de Indalecio Prieto!, pero también hay cabida para otros asuntos de muy variado contenido. Primero los suyos personales, como cuando escribe “El mito Prieto” o “Una necrología anticipada”, y después otros de diversa índole, ya escritos desde fuera de España, entre los que se podría destacar “El último baile de la Argentinita”, en el que también aparece su amante, el torero Ignacio Sánchez Mejía. Sí, es algo así como una crónica de sociedad en el Nueva York de 1945. Y lo cuenta porque estaba allí. “Yo figuré”, escribe, “entre los pocos espectadores que presenciaron el último baile de Encarnación López”. Otros textos similares a destacar son los titulados “Españoles de exportación: Unamuno y Manolete” o “El cardenal amigo, Federico Tedeschini”.
Y por supuesto que también hay escritos referidos a personajes asturianos. Por ejemplo, en el “Homenaje a Vicente Rubio, víctima de la represión de octubre”, habla de Belarmino Tomás, Ramón González Peña y Eduardo Varela, de quien dice que “sembró la semilla socialista en Bilbao”. Y también en “Tumbas acusadoras: la de don Rafael de Altamira”, y “En desagravio: José Ortega y Gasset”, en la que salen retratados Clarín, Palacio Valdés y Tomás Tuero”.
“Crónicas del adiós” se fue escribiendo a lo largo de muchos años, entre 1921 y 1962, pero se sigue leyendo con mucho gusto ahora. Son artículos de gran calidad que no han pasado de moda.
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En el Club La Nueva España

Presentamos ayer en Oviedo el libro «Crónicas del adiós», que reúne medio centenar de obituarios escritos por Indalecio Prieto. Gracias a todas las personas asistentes y en especial a Javier Rodríguez Muñoz y a Alberto Menéndez por sus intervenciones.
https://www.lne.es/club/2025/04/25/luis-sala-indalecio-prieto-quiso-116708583.html
Presentación en Oviedo
El próximo jueves, 24 de abril, en el Club La Nueva España de Oviedo, presentamos el último libro editado por la Fundación, «Crónicas del adiós», una selección de obituarios que Indalecio Prieto publicó entre 1921 y 1962. Nos acompañará el periodista Alberto Menéndez.
Lee la noticia completa en https://www.lne.es/club/agenda/indalecio-prieto-cronicas-adios-50-116396148.html
Publicación del libro Indalecio Prieto. Ministro de Hacienda
En noviembre publicamos el libro Indalecio Prieto. Ministro de Hacienda, de Juan Velarde Fuertes, con textos de Alonso Puerta, Luis Sala González y Antonio García Pérez y una selección de discursos parlamentarios de Indalecio Prieto durante su etapa como ministro de Hacienda, coedición de la Fundación Indalecio Prieto y el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas, Madrid, 2015.
Publicación del libro Teodomiro Menéndez. Político y sindicalista
En octubre publicamos el libro Teodomiro Menéndez. Político y sindicalista, de Etelvino González López, con prólogo de Alonso Puerta, coedición de las fundaciones Indalecio Prieto y José Barreiro, Madrid, 2015. Se trata de una biografía sobre el que fuera concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Oviedo durante doce años a principios del siglo pasado y subsecretario del Ministerio de Obras Públicas durante la etapa en que Prieto desempeñó la cartera del ramo.